sábado, 30 de agosto de 2014

EL INVITADO: JAVIER MOYANO. ESCRITOR.


Javier Moyano es fundador y director de RABIARTE (Colectivo de escritores y destructores de vitrales),
tallerista  de literatura y teatro, coordinador del grupo experimental SIN.ISMO.

Ha ganado concursos distritales y nacionales de literatura.

Títulos aún no publicados:

Consuelos y consoladores, recopilatorio cuento corto y poesía 2005
El amor es más fuerte pero no siempre suficiente
Canciones de revolución y buscando América en ciudad nadie (colección de cuentos ganadores del concurso nacional de cuento Che lo llenas todo con tu presencia 2007
Hoyos negros, historias y canciones para dormir en una tina (2007)

Columnista de la revista La hojarasca y el periódico Periferia, prensa alternativa. Colabora habitualmente en paginas de Internet especializadas en literatura.

http://rabiarteltda.blogspot.com/


                                                   POEMAS DE JAVIER MOYANO

¿El vaso está medio lleno o medio vacío?

Si tiene alcohol no hay duda ¡está medio vacío!
Sin salida de emergencia
devoro mis pesadillas en la cueva
Sin oxígeno suficiente
enveneno mi alma por la ruta de los pulmones
Sin agua o alimento
incinero los torpes poemas que escupo
Sin tu abrazo
me dejo caer.

My way
(tal vez algún día)

Tal vez algún día me gane la lotería, con el dinero obtenido compraré una gran mansión donde me pierda,
tendré una gran piscina llena de cerveza, una limosina, unas cuantas rubias sis sesos pero con grandes senos,
drogas y vinos finos, un jet para ir a cagar a París, un reproductor de música que truene hasta la luna, le pagaré a cincuenta desgraciados que no hayan ganado la lotería para que llenen mi panza y mi nariz, compraré un misil a los gringos y otro a los soviéticos, mandaré a vivir a mis parientes a Australia y los olvidaré, también se me antoja comprar algunas joyas de Colombia o de África, me haré a una revista o un periódico, haré que los cerdos "periodistas" que trabajen para mi inventen de mi figura un mito, le pagaré a gente para que diga que soy genial, agrandaré mi pequeño pene, me operaré los labios y me broncearé artificialmente, montaré una whiskería rock, seré estrella de rock, capitularé con mi madre, aseguraré mi ombligo, contrataré médicos para que me llenen de medicamentos para no envejecer. Tal vez algún día, seré yo.

Pero mientras tanto evitaré comprar boletos de lotería, y disfrutaré de los Buenos aires a tu lado.
Yes, it was my way.


Javier Moyano
Colombia

lunes, 25 de agosto de 2014

EL INVITADO: LUIS HERNANDO GUERRA TOVAR. POETA


Luis Herrnando Guerra Tovar (Armero-Guayabal, Tolima, 1954) 
Poeta y ensayista.
Abogado procesalista de la Universidad Libre.

Publicaciones:

Pájaro azul (1994)
La noche del árbol (Sociedad de la Imaginación, 1998)
Ciega luz (Común presencia, 2004)
Sombra embestida (Colección Los Conjurados, 2007)
En la curva del río, Antología (Colección Viernes de Poesía, Universidad Nacional de Colombia, 2009)
Antología de la poesía colombiana (Editorial El perro y la rana, Venezuela, 2008)

Es colaborador de la Revista Literaria La Pájara Pinta de España y de los periódicos El nuevo día y Con-fabulación  de Colombia. 

Su poesía y ensayos se publican en periódicos y revistas de Colombia e Hispanoamérica.


                                     POEMAS DE LUIS HERNANDO GUERRA TOVAR

Thanatos

La noche, la soga, el cuchillo,
el poema.
La sombra, el nudo, el filo,
la palabra.
Si condenados a morir, ¿importa el verdugo?

Acecho

Desde algún rincón de la sombra
con sus ojos de gato
el silencio acecha mi presencia.

Presa fácil
en esta comunión del grito.

La herida del fuego

                                                A Raúl Gómez Jattin,
                                                                en memoria

Pequeña sombra
que habita el centro de la llama
fisura del verbo
prolongación del abismo
eterna llaga de la luz

Luis Hernando Guerra Tovar
Colombia

jueves, 14 de agosto de 2014

LIZALDE


                                                     EDUARDO LIZALDE
                                                             MÉXICO
                                                                 1929

Amor

La regla es ésta:
dar lo absolutamente imprescindible,
obtener lo más,
nunca bajar la guardia,
meter el jab a tiempo,
no ceder,
y no pelear en corto,
no entregarse en ninguna circunstancia
ni cambiar golpes con la ceja herida;
jamás decir "te amo", en serio,
al contrincante.
Es el mejor camino
para ser eternamente desgraciado
y triunfador
sin riesgos aparentes.

Vaca y niña

Los niños de las ciudades
conocen bien el mar,
mas no la tierra.
La niña que no había visto,
nunca, una vaca
se la encontró en el prado
y le gustó.
La vaca no sonreía
-está contra sus costumbres-
La niña se le acercó, pasos menudos,
como a una fuente materna
de leche y miel y cebada.
La vaca a su vez,
rumiando dulce pastura,
miró a la pequeña triste,
como a un becerro perdido,
y la saludó contenta:
la cola en alta alegría,
látigo amable
que festejaban las moscas.

De "La zorra enferma" 1974


El perro

Éste es un perro.
Una criatura que se ignora.
No sabe
que pertenece a una clase
-de cosa o bestia-,
ignora que la palabra perro
no lo designa a él en especial;
cree que se llama perro,
cree que se llama hombre,
cree que se llama "ven",
cree que se llama "muerde".

La mano en libertad

Escribir no es problema.
Miren flotar la pluma
por cualquier superficie.
Pero escribir con ella
-Montblanc, Parker, Pelikan-
sin mesa a mano, tinta suficiente
o postura correcta,
es imposible,
y a veces pernicioso.
Puedo escribir, señores,
con los ojos cubiertos,
vuelta la espalda al piso,
atadas las muñecas,
esparadrapo encima de los labios.
Puedo:
pero no garantizo el producto.

Eduardo Lizalde
México

miércoles, 13 de agosto de 2014

LA INVITADA: LAURA MERCHÁN SÁNCHEZ. POETA


Laura Merchán Sánchez, Bogotá 1989. Escritora emergente, profesional en filosofía con estudios adelantados de Filología alemana en la Universidad Nacional de Colombia. Autora de cuentos como Los Miedos de Rosa (Este verde país. Cuentos Colombianos. RELATA 2009), Maure (Revista Gavia Universidad Distrital 2014) y de ensayos como Escisión y Totalidad. Un acercamiento al concepto de Naturaleza en la filosofía de J.J Rousseau (Revista La ventana Universidad Nacional 2014).

Algunos de sus poemas fueron publicados en las Memorias de los talleres de Ojo en la tinta 2013 y actualmente trabaja en su primer poemario. 

Ha participado en los talleres de crónica y poesía de RELATA Red Nacional de Talleres de Literatura del Ministerio de Cultura, del colectivo de poesía  Los Impresentables-Literatura Emergente y es cofundadora de Hécate Colectivo.


                                          POEMAS DE LAURA MERCHÁN SÁNCHEZ

Comensal

Vuelvo cargando un cadáver que se enreda con las hojas
dejando en cada esquina pedazos de tela
como muestra mínima de piel.
En casa busco una mano
una oreja
un contacto
mientras luces ajenas estallan.

Quieren que vaya, que me siente
que extienda feliz mi cuerpo ante la mesa.
Consumirán mi cadáver
me entregarán otro
un cuerpo vivo
para que salga al mundo, de nuevo llena,
a buscar el hambre.

Casi a diario

Afuera los hombres separan huesos
se remueven
ajustan manecillas
sopesan los bolsillos
miden sus cinturas 
                       el ancho de su sombra.
Me refugio en la espera que no merezco.

El tiempo es fecha irreversible
y va trazando su horizonte en el abismo.
                                                                  Aún no caigo.

Laura Merchán Sánchez
Bogotá 



sábado, 9 de agosto de 2014

LINERO


                                                    FERNANDO LINERO
                                                            COLOMBIA
                                                                  1957

Cuarenta años

He vivido treitainueve años de mi vida
sin saber si he dicho lo que debía.
He necesitado cuarenta para entenderlo
y es como si por primera vez
pudiera contemplarme los pes
a través del agua transparente.

A la vida se entra solo

                                                                          "La palma que está en el patio
                                                                            nació sola, creció sola"
                                                                                              Nicolás Guillén

A la vida se entra solo.
Algunos con una camisa.
Otros con un racimo pero solos.
Bostezando o preñado de luz
cada cual con su tristeza.
Se entra sin saber qué se quiere,
qué se busca,
qué piezas encajan en el juego:
acaso los destellos del infortunio.
O  el recuerdo de una ciudad triste.
O la imagen de una madre
que espanta el calor y las moscas
del sueño de su hijo.
Breves de memoria y de olvido
como los niños que ahora repintan la rayuela.
Como el padre dormido.
Como el amigo que no volveremos a ver.
Cada cual con su tristeza.
Se entra y es ya un lugar del sueño.
Algunos con el corazón atiborrado de palabras.
Otros portando una copa amarga.
Algunos en el mes de los ahogados.
Otros cuando las primicias del ciruelo.
Cada cual con su propia confusión.
Todos con la misma soledad.

                                                                                  Para Augusto Cesar


La muerte de mi perro.

La respiración se le hizo difícil. Su mirada fue muriendo con el día
y aquí nos dejó pequeños ante la muerte, mirando afuera el atardecer:
ese oscuro hermano de la vida.


Poética

Todo lo que hacemos,
lo que sufrimos,
lo que gozamos
deja un eco,
una música a lo lejos.

Fernando Linero
Colombia

OROZCO


                                              ARMANDO OROZCO TOVAR
                                                           COLOMBIA
                                                                  1943

Desencuentro

Ya es hora de que pregunte por mí,
que me vaya con los ausentes,
que regrese con la lluvia.

Debo salir pronto a caminar,
pero no encuentro la calle
los escalones de mis piernas.

Sé que debo irme en los trenes,
amarillos del barro,
subirme en el polvo de mi corazón.

Presentimientos

Tengo miedo de los amigos
perdidos
entre el humo y el sueño.

Tengo miedo de los labios
que dejan en el aire
silbando el filo de un cuchillo.

Tengo miedo del paisaje
donde ya nadie habita
el desnudo río del recuerdo.

Tengo miedo del minuto
que nos hunde
en la oscura memoria de los sueños.

                                                     A María Mercedes Carranza


Suicida

El secreto guarda
el secreto
la esconde desnuda
entre su lámpara,
sobre el papel
es verso inacabado.

Lo llama en secreto
con un revólver en la mano.

Territorio

No puedo penetrar
al territorio de tu sueño.

Y huérfano me quedo afuera
cuando cierras la puerta.

¿Cómo será la habitación
donde te mueves?

¿El rostro de aquel,
que entre oscuros corredores,
te posee?

¿Quién duerme dentro de ti
como un tibio animal entre tus muslos?

Armando Orozco Tovar
Colombia

FUERZA DE LA PALABRA "MEMORIAS DE LA TIERRA"

  
                     V ENCUENTRO DE ESCRITORES FUERZA DE LA PALABRA
                                                 "Memorias de la tierra"


La primera hora del día

El alba asoma entre los cerros,
el gallo canta,
las flores abren,
el aroma del café fresco
inunda la estancia;
los hombres beben despacio
contemplan la llanura
a lo lejos las montañas
y tras de ellas el horizonte.

Es la primera hora del día
se encomiendan a Dios
y parten con sus sueños
a sembrar la tierra.


Cuando iban a lavar ropa al río

Las mujeres iban juntas a lavar ropa al río,
mataban la tarde contándose historias,
se echaban agua por encima y reían a carcajadas

las más jóvenes adivinaban rostros en las nubes,
se botaban boca arriba mirando el cielo,
suspiraban.

El río murmuraba entre las piedras cauce abajo,
el viento mecía las hojas.

Terminaban antes que la noche cubriera todo
y todo se hiciera oscuro;
recogían las totumas,
acomodaban las ropas mojadas en bateas
y juntas regresaban por el camino.

Cada vez más lejos
se escuchaba el murmullo del río.

A la mañana siguiente si alguna no aparecía
las demás mujeres se hacían la señal de la cruz
y con el credo en la boca exclamaban:
El Mohán se la llevó.



Páramo

Reino de niebla y silencio
por tus laderas el tiempo pasa despacio
recordando con nostalgia
los primeros días del mundo.

Serenos frailejones
arrullan la cuna de los dioses,
los ancestros duermen en tu tierra
profunda y oscura.

El cielo acaricia tu cumbre blanca,
el viento recorre tus caminos
como el amante que cierra los ojos.

Páramo, montaña vieja
formaste el temple de mi padre
y el temple del padre de mi padre

páramo de mis hijos,
santuario de las lágrimas
hoy te veo llorar.


El camino

El olvido cubre el camino,
el tiempo de la marchitez
tiñó las azucenas.

A lo lejos la casa en ruinas
es otro silencio.

Ya no se oye el canto de los pájaros,
sólo se siente al viento azotar las puertas
y gemir por entre las rendijas.

El bosque de árboles desnudos
añora la tibieza de los nidos:
yo soy como esos árboles
que envejecen con nostalgia.

La casa en ruinas
espera que le devuelva los días perdidos

pero yo soy como el camino
que el olvido va cubriendo.



Lamento

Soy la tierra,
a pesar de las heridas
aún respiro.

Has cortado tan profundo mi garganta
que ya no queda voz dentro de mi;
cercenaste mis alas,
arrasaste mis senos verdes,
profanaste mi vientre sagrado.

¡Hay tanta rabia en tu corazón Hijo mio!

Ya no me quedan lágrimas;
No hay consuelo para tanto dolor


Sergio Antonio Chiappe
Bogotá 


miércoles, 6 de agosto de 2014

OSPINA


                                                            WILLIAM OSPINA
                                                                  COLOMBIA
                                                                       1954

Ciervos

Sobre la luna hay muchos ciervos, pero sólo uno es rojo.
Los ciervos blancos querrían destruirlo, porque temen
que esa mancha sangrienta en la noche despierte a los demonios.

Pero los demonios sólo fingen dormir.


Nuestros muertos

No están en parte alguna,
ya son hierba y estrellas,
pero su sombra enturbia las palabras
y sólo a veces pasan por la mente,
vagan por nuestras almas, reclamando
lo que nunca les dimos.



Ciego

Como las sensitivas antenas del insecto
el báculo del ciego va explorando el espacio.
Es un rumor la tarde,
honduras y declives,
peligros que previene un cauteloso oído.
Para él está en las voces
la belleza que hallamos en los rostros,
la rosa está en el viento,
y en la alegría de los vendedores
la bruma roja que flota al oeste.

El geólogo

Aquí hubo un mar hace un millón de años.
El hombre no lo sabe, mas la piedra se acuerda.
Pártela: hay un cangrejo en sus entrañas,
todo de piedra ya, forma magnífica
que se negó a ser polvo.
Ante el peñasco y el guijarro, piensa
que acaso fueron seres dolorosos,
sangre y pulmones palpitantes.
Entre la ciega roca
y el trémolo extasiado de la salamandra
tan sólo hay tiempo.

Ellos son poderosos

No digas que tienes sed, porque te darán un vaso con tu sangre.
No digas que tienes hambre, porque te servirán tus dedos cortados.
No digas que tienes sueño, porque te coserán con hilo los párpados.
No digas que amas a alguien, porque te traerán su corazón putrefacto.
No digas que quieres al mundo, porque multiplicarán los incendios.
No digas que buscas a Dios, porque te llenarán de brasas la boca.
No digas que está bello el rocío que dulcemente cubre los campos,
porque en cada gota celeste inocularán pestilencia.

William Ospina 
Colombia

domingo, 3 de agosto de 2014

FUERZA DE LA PALABRA "RECUERDOS DE SANTA ROSA"

                           V ENCUENTRO DE ESCRITORES FUERZA DE LA PALABRA
                                                         "Memorias de la tierra"
                                                           
                                                                     Santa Rosa


La casa era de tapias blancas y ventanas de madera roja, alrededor del patio de limoneros se disponían 
los dormitorios, los largos corredores adornados con macetas de geranios y claveles daban entrada al
solar que era inmenso como el mundo.

La cocina era el lugar más bullicioso de la casa, las  mujeres madrugaban a encender la leña y a poner a 
hervir agua en las ollas. Santa Rosa siempre olía a café fresco.

La hacienda despertaba con el canto del gallo y el bramido de las vacas; el eco se esparcía por el valle.

Los hombres se encomendaban a Dios y partían temprano a los cultivos para dar inicio a la labranza.



                                                          El amparo de la ceiba


Corría el año 1948, y en la capital se daba el suceso que partiría en dos y para siempre la historia y el corazón de Colombia: El Bogotazo.

Mi madre, mi abuela y mi tía vivían en Santa Rosa, en el valle de San Juan, en algún lugar de las montañas del Tolima. Para llegar a Ibagué viajaban en mula hasta Rovira, tras tomar aire y guarapo esperaban un jeep carguero que por unos cuantos centavos las sacaba de aquel pueblo. Una vez en Ibagué había que alistarse para una larga jornada cuyo destino era Bogotá. Este periplo tardaba entre 5 a 6 días, y fue el recorrido que hizo el abuelo Abdonías -quien era el gamonal liberal de la región- para acudir a la  IX Conferencia Panamericana donde se urdía un plan orquestado por el gobierno de Estados Unidos para declarar al comunismo como una actividad fuera de la ley.

Antes de coger camino hacia Bogotá, los abuelos acordaron encontrarse en la hacienda, ya que a finales de ese marzo acababan de recoger la cosecha de café y tenían que hacerse cargo de vender la carga, por eso la abuela Mauricia dejó a mi mamá y a mi tía al cuidado de sus hermanas en la casona de la calle 26 y se dispuso a volver a Santa Rosa como lo habían convenido.

La Violencia la tomó por sorpresa en la soledad de la hacienda, no había peones ni mujeres, no había nadie, solos los bultos del grano apilados en la bodega para llevarlos a los centros de acopio. Ella ignoraba todo lo sucedido en la capital. En el Valle de San Juan siempre llegaban tarde.

Cuatro o cinco días después fue por boca del tonto Tobías que por un plato de guisantes y un guarapo soltaría la lengua: "Ay Señora Mauricia la vienen a matar!" fue lo primero que dijo.  Después del segundo guarapo contó que La Chusma se había fugado de las cárceles y que venía como una mala nube arrasando con todo lo que encontraba a su paso, y desafortunadamente la finca y la abuela se encontraban en medio de su camino.  Ella ese día esperó a que cayera la tarde y la oscuridad le diera ventaja, corrió a campo abierto con un costal, una veladora y con el rosario en la mano hasta la vieja ceiba cuyo tronco ahuecado le proporcionaría la única oportunidad de seguir con vida.  Como pudo se metió dentro de aquel hueco, tapó la entrada con el costal, encendió la veladora cubriendo con cuidado la llama para no ser descubierta, rogó para que creyeran que era una luciérnaga y se encomendó a la protección de los doce apóstoles de quienes siempre fue ferviente devota.

Durante toda la noche vio desfilar desde su escondite a la muchedumbre frenética blasfemando contra Dios y contra la patria. Tuvo que ser por intervención divina que esta gente pasó por Santa Rosa sin arrancar los geranios de las macetas, desmantelar puertas o ventanas, robarse los bultos de café o siquiera un sorbo de agua.

Sino hubiera sido por la advertencia de Tobías, el tronco ahuecado de la ceiba y la inmensa fe de la abuela, tal vez esa noche la historia de la familia habría tomado otro curso.



                                                            Dejando atrás Santa Rosa


Cuando la abuela salió de Santa Rosa lo hizo para no volver jamás.
Tomó a la tía Elsy de una mano y a mi mamá de la otra y con su dignidad y la precaria situación económica con que la dejó el abuelo se instaló en un humilde rancho a la orilla de un camino polvoriento. Para poder dormir tenían que estar totalmente agotadas para así no sentir la superficie dura de la barbacoa, la esterilla y la tierra seca.

El rancho estaba concebido para los jornaleros, escasamente protegía del sol y de la lluvia, desde allí los hombres cuidaban las reces que pastaban, mataban las noches zurrunguiando el tiple y contando historias de animas y aparecidos para alejar el sueño.

Fue una época demasiado dura. La abuela cosía por encargo e iba casa por casa llevando los pedidos y cobrando el trabajo. Cabe decir que las distancias en el campo son enormes. Mientras tanto las niñas crecían como podían.

Mauricia recibía la paga al final de la tarde y cuando por fín regresaba al rancho no tenía alaientos para salir de nuevo. Por lo general le decía a mi mamá " Mija vaya hasta la finca de los Carretero y traiga pan y panela para pasar la noche y entretener las tripas".
Ir hasta la finca de los Carretero demoraba unos quince minutos de ida y otros quince de vuelta, esto para una niña de siete años, en pleno campo y a las seis de la tarde era toda una eternidad. Mi mamá -pienso yo- tomaba estas caminatas por el campo como uno más de los juegos de la infancia.

Cuando ya había andado un largo trecho veía salir de los altos pastizales a un perro grande y negro que se hacía a su lado y la acompañaba por el resto del camino, lo que más recuerda ella es la fuerte respiración del animal. Cuando ya estaba cerca de la tienda y podía ver las luces de la casa el perro desaparecía.

En cierta ocasión en la que se encontraron la abuela y Doña Empera, esta última pregunta: Maura ¿quién es el jovencito que acompaña a la niña cuando viene por el mandado, él no es de por estos lados?
La abuela con una sonrisa y con la voz serena le contesta: Emperatriz cuándo me han quedado mal Dios y los doce apóstoles?



Sergio Antonio Chiappe
Bogotá