sábado, 25 de mayo de 2013

POEMAS DE PATRICIO SARMIENTO


ERRANTE


Me suspendo en la noche, con una cuerda de cristal atada a mi pecho. Soy un clavo huérfano de crepúsculo, una piedra nocturna que no respira ni siquiera cenizas, un vidrio bohemio y enmohecido de silencio, un estertor sin saliva.


Vago errabundo, con el corazón deshabitado, sobre las horas enconadas del día. Llego a la puerta de tu casa y no me atrevo a tocar, siento mil hojas de navaja cortando la sangre negra de mi torrente, un frío vertical, una penumbra con el salobre color del olvido.


Le doy la vuelta a los segundos que pasan, ansío beber tus ojos nuevamente, ansío tu perfume congelado en mi garganta, ansío tus pechos resurrectos sobre el mío. Sé que no sucederá nunca más. Te fui infiel. No perdonarás.


Regreso con el pecho despeñado, con la desvanecida cerrazón de tu recuerdo escudriñando mi sombra. No miro hacia atrás, pero sé que algún ojo me miró la espalda caída. Tal vez ella, tal vez...





                                                        MEMORIA AZUL


He nevado desiertos o cristales o delirios
eres mañana que anega sus temblores ya sin besos
sabes a recuerdo confinado
a misterio sin tacto ni saliva,
se derraman tus recuerdos calcinados,
un gato los lame.


Te estallo y te verso en la memoria,
te inscribo en el poniente absurdo de un poema
repaso un falso puñal de ceniza y astilla
una muerte sin escapularios ni infierno
sobre tus letras ardiéndome las entrañas.


Eres gemido de mar
relámpago llevando en su pico
un pedazo de ternura
mi poema abre los ojos apenas
azul memoria,
azul me moría.





LLEGAS


Llegas desplegando mi tarde en tus mañanas, acentuando tus pasos recién plantados, recién limpios de rocío y caricia; llegas mojada de hojas y de trueno, me insinúas en un abrir y cerrar de orillas, que tu deseo petrificado es manantial o cascada.


De silencio se pueblan tus miradas ya habitadas, se detienen a mares cuando llegas, y tus ojos, me miran y respiran reflejos transparentes, transeúntes distancias que fingen ser llama o latido.


No hay mejor agonía que cuando llegas, y explotan tus esporas monosílabas al sur de mi cama, suspendidas entre tus muslos y mi ventana; tu desnudez fugitiva me hace señas, se detiene, se da vuelta, se derrama, y convive en mi piedra, mientras llegas...


PATRICIO SARMIENTO
ECUADOR




                                                                            

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